Si hay un equipo que tiene una relación especial con el papado no son los equipos romanos Lazio o Roma, ni siquiera el Arles-Avignon, equipo de la Ligue 2 francesa de Avignon, sede papal durante el Cisma del siglo XIV y ni mucho menos el equipo del nuevo pontífice, el San Lorenzo de Almagro. El equipo que históricamente ha unido su suerte a la tiara papal ha sido el Unione Sportiva Avellino, actual Associazione Sportiva Avellino 1912.
Esta “extraña” relación comienza en 1958, en octubre de ese año la sede papal queda vacante y después del Cónclave, el nuevo papa Juan XXIII comienza su papado. En esa temporada futbolística de la serie D 1958-1959, el Avellino quedó tercero del grupo H, y subió a la Serie C junto al Crotone y el Arkragas, por primera vez en su historia..
Tras varios sube y baja entre la C y la D, en la temporada 1962-1963, el Avellino perdió la categoría y bajó a la Serie D. Pero ese mismo verano, el Vaticano tuvo nuevo papa, Pablo VI. ¿Una inyección de confianza? Dicho y hecho, los lobos verdiblancos realizaron una gran temporada. Conquistaron el campeonato de Serie D 1963-1964, grupo E, por delante de Nocerina y Benevento, recuperando rápidamente la Serie C.
El idilio del Avellino con el papado continúa y alcanza a su punto álgido justo cuando la Iglesia vivió uno de los momentos más difíciles y controvertidos de la historia reciente. Es en 1978. En pocos meses pasaron tres papas por las estancias del Vaticano. Al morir Pablo VI (6 de agosto), en la Capilla Sixtina los cardenales eligieron a Albino Luciani como sucesor de Pedro. El nuevo papa toma el nombre de Juan Pablo I. pero su pontificado duró únicamente dos meses ya que el 28 de septiembre lo encuentran sin vida en su cama. Nuevo cónclave y elección de Karol Wojtyla, Juan Pablo II. No es necesario decir que el Avellino, que mientras tanto había subido a la Serie B, había iniciado su camino hacia el éxito y en junio de 1978 conquista por primera vez a la Serie A junto al Ascoli y el Catanzaro. Seguirán diez años en la máxima categoría y después una lenta decadencia.
Después de años difíciles en la Serie C, donde militaba ininterrumpidamente desde que retrocediera en 1992, el Avellino llegó a la final de los play-off de ascenso a Serie B en 2005, contra el Napoli, el derbi de la Campania. Un rival duro pero que no contaba con el secreto del club irpino. Ese mismo abril comenzó el papado de Josef Ratzinger, Benedicto XVI, lo que significaba que el Avellino tenía que lograr el ascenso. Y así fue, tras lograr un empate a cero en el Stadio San Paolo de Nápoles el 12 de junio de 2005 en el partido de ida, el Avellino preparó a conciencia el partido de vuelta y ante los casi 22.000 espectadores presentes en el Stadio Partenio ganó por 2 a 1 al Napoli y recuperó su plaza en la Serie B.
Y el último capitulo de esta “divina” relación termina precisamente este año, con la dimisión de Benedicto XVI como Papa, y con un nuevo inquilino en la silla de Pedro, Jorge Bergoglio, Papa Francisco. Le ha traído fortuna al Avellino el nuevo papa, aunque este sea un club nuevo y con distinto nombre (Associazione Sportiva Avellino 1912). El club irpino gana al Perugia en la lucha por conquistar el ascenso directo sin necesidad de los play-off, cuatro años después de la desaparición de la antigua sociedad, el Avellino vuelve a la Serie B.
Una relación difícil de explicar, pero cuando todo el mundo esta pendiente de la fumata blanca y de la subida a la pontificado de un nuevo Papa, Avellino está de fiesta pues su equipo ha logrado un nuevo ascenso.
víctor (@RussoBCF)
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